Guión: Mike W Barr.
Dibujo: Jerry Bingham
Sin lugar a dudas si hay un personaje que me gusta de cómic por su estética es Batman, además su doble vida siempre me ha parecido de las más llamativas y el odio que arrastra tras de si, sus traumas le hacen ser lo que es y es parte del atractivo del personaje como muy bien explotó Miller en el genial Año I.
Es complicado explicar porque alguien se pone unas mallas y sale a la calle a impartir justicia y sobre todo a hacer el bien de manera desinteresada cuando podría vivir bien a costa de sus poderes, así que hay una repetición en todos y cada unos de los personajes de cómic americano: el trauma. Como si con esto estuviera todo justificado o explicado, se han olvidado muchas veces de rebuscar en su interior y crear unas pautas que siempre se repitan en el personaje y creadas a partir de su trauma.
En este cómic que menciono en esta ocasión, el guionista tuvo en cuenta las pautas marcadas por Miller y seguidas por el mismo en Año II. Y aunque nunca ha sido uno de los mejores de los que han tratado este personaje e incluso la ha cagado en alguna ocasión, creo que en este lo bordó (junto a Círculo Mortal, en el que cierra algunos cabos sueltos que dejó en el ya mencionado Año II).
En el cómic nos muestra la eterna lucha entre Batman y su archienemigo Rash al Ghul en una trama al más puro estilo Jamen Bond en el que podría haber presentado a un Batman sin traje a la perfección, ganando muchísimo la historia (pero muchísimo) ya que sin dudas… tenía que ser Bruce Wayne el protagonista o jamás hubiera sido lo que es.
Rash al Ghul es para Batman lo que Moriarty es para Sherlock Holmes, una mente privilegiada con un objetivo en la vida, alguien cargado de odio, con recursos y con una hija que está como un queso y que trae de cabeza a nuestro querido Batman: Talia. Batman siempre ha sido la horma de su zapato, espina que impide que los planes del villano de devolver a la tierra su anterior especto antes de que el hombre la maltratase y decide usar otras armas: su hija. En más de una ocasión se han encontrado Batman y Talia y han cambiado más que impresiones, pero en esta ocasión en la que un enemigo demasiado poderoso amenaza a ambos, los dos se unen bajo otras circunstancias ya que Batman y su padre deben ser aliados.
Batman desde luego no pierde el tiempo y en las frías montañas cuenta con la chica para ayudar a mantener la cama caliente, mientras prepara a parte del ejército de Rash para enfrentarse al villano: Qayin, un simple humano con tanto odio que no le teme a nada y promete acabar con muchos inocentes. Quain demuestra además de ser un sádico no ser tonto y toma la iniciativa al enterarse de los planes de Rash, provocando una guerra campal en la que no hay sitio para capas, solo para soldados y guerreros.
El toque más especial del cómic es cuando Talia anuncia que está embarazada y la reacción de Batman. En solo dos viñetas W Barr nos muestra el trauma de Bruce Wayne, como su rostro pasa de la felicidad al dolor al saber que están sumidos en una guerra y que si algo le pasa a su madre o a él esa criatura crecerá sola y empieza a perder el control. El desenlace es cuanto menos muy adecuado aunque triste… todos los lectores del cómic sabrán que hoy en día no se menciona a ningún hijo de Batman… la cuestión es ¿Porqué?
El dibujo, para terminar, recuerda muchísimo a Neil Adams y es un regalo para la vista.
Es la primera novela gráfica que tuve, por aquel entonces el precio fue muy elevado pero aún hoy en día se mantiene entero y en muy buen estado por su buena calidad de material.