Dejo este mini relato, que quizás en un futuro (si las críticas no son demasiado funestas con él), sea el inicio de un relato por entregas:
Descenso
Como cada vez, el casco me oprime desagradablemente la cabeza, aunque con el tiempo uno se acostumbra. El interior de la cápsula, es tan desagradablemente estrecho como siempre. Sé demasiado bien lo que viene ahora y las agujas que introducen substancias en mi interior, no consiguen mitigar del todo la escalofriante sensación de vértigo y caída. Esa sensación, es algo a lo que nunca me acostumbro y sé que aun falta lo peor. ¿Cuántas veces me han hecho pasar por esto?. Demasiadas. Aprieto los dientes preparándome para el brutal choque, pero este no llega a producirse... ¿está tardando más?. Se produce la brutal colisión.
Aunque la sensación no es tan mala como fue la primera vez, tardo unos segundos en reaccionar, mientras las agujas, que aun no han salido de mi cuerpo, introducen ahora otro tipo de líquidos que me hacen sentir mejor.
Sé que lo peor ha pasado ya, pero aun tengo que terminar la tarea, antes de poder irme a comer algo y tener algo de paz hasta el siguiente ejercicio. Tomo el arma que como de costumbre, apesta a humo. La puerta de la cápsula se abre y comprendo porque ha tardado más en producirse el choque. Han vuelto a cambiar el ejercicio. Eso es malo, porque cada vez son más complicados y dan más miedo, aunque el líquido de las agujas ayuda.
Como de costumbre, no tardo en dar con el primer objetivo. No parece gran cosa, es incluso más pequeño que yo, sólo que sin pelo y de aspecto más raquítico. El extraño ser abre la boca y produce un horrible sonido. Disparo y su cabeza desaparece. La sensación de ser salpicado por un fluido tibio, es bastante desagradable. Los nuevos ejercicios, siempre son más desagradables y en cuanto te lo aprendes, ellos te lo cambian por otro más difícil. Más seres uniformados con ropas multicolor, aparecen. Todos ellos emiten esos desagradables sonidos a un nivel que parece querer hacerme explotar la cabeza. Son demasiados. Este ejercicio, es el más odioso con diferencia, pero si no lo hago bien... sigo disparando. El sonido del arma es odioso, aunque eso, también es algo a lo que he llegado a acostumbrarme. Los extraños seres, se mueven a gran velocidad... aparece uno más grande. Mucho más alto que yo, que emite un sonido mucho más agudo. ¿Será el objetivo principal?. Le disparo y casi se parte por la mitad. Cesan sus gritos, pero aun se mueve. Disparo pero el arma está vacía... eso no es bueno. Aunque es la primera vez, ellos esperan resultados y sé que recibiré menos comida si el resultado es demasiado malo. Recargo el arma como tantas otras veces, la práctica lo convierte en algo casi fácil. Vuelvo a disparar contra el que supongo es el objetivo principal hasta que deja de moverse. Suena un disparo, algo me golpea en la espalda, aunque apenas siento dolor, sé que eso no es bueno. Sé que voy a odiar este ejercicio, pero cuanto lo termine, antes podré comer algo y descansar. Me vuelvo y lo veo. Es incluso más grande que el que acabo de matar, viste de azul y sostiene entre sus manos algo que hace ruido y huele como mi arma. Recibo un par de golpes más. Aunque apenas duelen, cada vez me siento más débil, el arma pesa más que nunca... tengo que terminar el ejercicio... terminar...
El General Frank, sexto de su promoción y con el rostro más enrojecido que la entrepierna de un mandril, mira de izquierda a derecha a los científicos y militares, gracias a los que su rostro ha llegado a la primera página de casi toda la prensa escrita no deportiva.
- ¡¿Cómo ha podido pasar esta mierda?!.
Como nadie parece estar por la labor de responderle, el airado militar continua en el mismo tono.
- ¡En una jodida escuela!. De todos los malditos lugares en los que podía desviarse la cápsula, tuvo que ir a caer en una maldita escula.
Uno de los tipos vestidos con bata blanca, levanta una mano mientras responde débilmente.
- El error fue de apenas unos milímetros, como cuando el viento desvía una bala y...
El comentario parece enfurecer aun más si cabe al General Frank.
- ¡Ni se atreva a explicarme como funciona esa mierda!. Encima – prosigue aparentemente más calmado -, el jodido monicaco, se dejó matar por un simple guarda de seguridad después de haber liquidado tan solo a unos mocosos y a su profesora. ¡¿Cómo esperan que así venda al que llevaba anunciando como el combatiente del futuro?!.
Todos asienten con la cabeza.
- Esto no sólo será un duro golpe para mi carrera – dice ahora el militar como si hablara para si -, hará que se resientan los fondos para el proyecto y eso si no lo cancelan.
Uno de los militares, el veterano teniente coronel Steiner, una leyenda en el mundillo de las operaciones especiales, toma ahora la palabra.
- La idea de sustituir a los combatientes humanos por primates, es demasiado tentadora para que la rechacen de un plumazo. Nos consta que el proyecto de clonación fracasó estrepitosamente, pero ahora, necesitaríamos un golpe de efecto para contrarrestar esto y demostrar un potencial, que todos sabemos que no tienen.
Eso era una dolorosa realidad. A pesar de todas las modificaciones genéticas, del carísimo proceso de aprendizaje, de las drogas que les son suministradas en tiempo real y de toda la parafernalia con la que los equipan, lo cierto, es que los simios resultan unos pésimos combatientes. Pero esa no es la cuestión, realmente, ninguno de los presentes en aquella sala, pretendía la substitución de los soldados humanos, sino el seguir hincándole el diente durante el tiempo suficiente, a los fondos que el estado proporciona para la operación. Quizás con un par de años más, todos pudieran conseguir desviar el suficiente dinero como para garantizarse una jubilación digna. Así que el general Frank, le indica que prosiga.
- Les enviaremos a una misión real, una misión de alto riesgo.
El general bufa como una tetera.
- ¡Será un desastre!.
El subordinado esperaba esa respuesta, así que dando un par de pasos hacia delante, revela sus planes:
- Si les enviásemos a ellos solos sí. Pero utilizaré mis contactos, para enviar a una unidad de operaciones especiales para que les allanen el camino. La misión será un éxito aunque por desgracia, todos... o casi todos los monicacos morirán heroicamente durante el desarrollo de la misma. Ya editaremos el contenido de las cámaras, de modo que muestren una espectacular y heroica película de guerra que podamos venderles.
- ¡Brillante!.
Todos los hombres de la sala asienten. Algunos, incluso aplauden con entusiasmo. El periódico cae olvidado a un lado. El tema sin duda requerirá de una pequeña inversión, pero después de todo, mientras hay fondos hay esperanza.