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 Cuento corto: La Peste

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Vlad_corpse




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MensajeTema: Cuento corto: La Peste   Cuento corto: La Peste Icon_minitimeLun Nov 24, 2008 1:17 am

La peste.
por Vlad (gerson h. vega c.)

Efímeros y falsos deseos de estar vivo, vivir por que vivir, ¿que no es suficiente con despertar y sufrir tormentos a diario?, al parecer no es así, a veces desearía que alguien me llenase y de entre la basura me sacase, que me de un motivo para no sufrir más, ganas de vivir son las que me faltan en este momento pero ¿por qué?, creo que los tormentos se han tomado parte en mi, ardo en el infierno terrenal, pagando por pecados que yo no he cometido.
-Culpable, cayó el pesado martillo de la justicia sobre mí, con todo el peso de la ley
-Que saben ellos.
-No saben nada, no me conocen y me juzgan ¿quién se cree que es el juez?
-Aparte de ser otra marioneta del sistema publico, un adinerado sujeto, que hace fiestas de dudosa reputación, que tiene el bigote manchado por la línea de cocaína que se ha jalado y costras en sus fosas nasales por inhalarla.
-Los abogados, ¡ja!- rió.
-Siempre me he burlado de esos buitres carroñeros que solo buscan oportunidades de surgir a costa de los demás, no se sabe de que lado de la justicia están, la corrupción les comió el corazón, les robó el alma y en su lugar dejo un ser oscuro que se alimenta de las desgracias ajenas y del dinero, abusando de su cuerpo sin darse cuenta que lo que esta matando es así mismo.
-Para que decir los que me capturaron en el hecho, ¿quienes son ellos?, ¿guardianes de la justicia?, ¿Protectores del más débil?, mediocres, eso es lo que son. Sin decir nada irrumpieron en mi casa derribaron mi puerta, me redujeron botándome al suelo y poniendo su bota en mi cabeza y apuntándome con un arma demostrando su autoridad.
-¿Qué pasa?
-Cállate-me dijo, no tienes derecho a dirigirme la palabra, con un tono brusco y algo cortado.
-Pero…
-Calla…
Me golpeó con la culata del arma en la cabeza haciéndome sangrar la frente.
Mientras tanto los demás individuos recorrían mi casa.
-No tengo drogas en mi casa si es lo que buscan.
-Ja drogas, no es drogas lo que buscamos.
-No-le respondí.
Desde el otro extremo del pasillo gritaron.
-Dios, venga a ver esto.
En ese momento otro de ellos salía vomitando de una de las habitaciones, horrorizado y palido.
-Llame al equipo de peritos para realizar el peritaje correspondiente.
-Si señor.
-¿Qué habrán visto?- me pregunte.
-¿Qué podía ser tan horrible para hacer vomitar a alguien?
Llamaré al forense, asintió otro de los policías.
-Venga señor de verdad tiene que ver esto.
-OK
-Cuida tú a este desgraciado y espósalo.
-Me insultaba.
-¿Quién se cree que es?
El oficial caminó por el pasillo, el era un hombre robusto de pelo muy corto y algo escaso en su nuca, parecía tener alrededor de 49 años, tenía una gran barriga que sobresana de su pantalón, caminaba erguido e imparable hacia la habitación sin saber que se encontraba ahí.
Al llegar a la puerta de aquella pieza, su cara se transformo, quedando completamente tensa al igual que todos sus músculos, la sonrisa altanera como él, ya no era una sonrisa sus labios se habían caído, de su boca solo salió un leve chillido antes de desplomarse en el acto.
-Señor ¿se encuentra usted bien?
Para nada el no estaba bien, de hecho ya no estaba entre ellos, él tenía problemas cardiacos y el ver semejante horror cobraba otra victima, que derramaba la ultima gota del vaso vital, había colapsado el músculo cardiaco, reventando sus arteria y venas al unísono, falleciendo instantáneamente en el lugar.
Reí al verlo caer, los demás policías trataban de asistirlo, uno de ellos tomo el brazo de aquel fallecido cuerpo.
-No tiene pulso, dijo aterrado y completamente palido.
Cierra de inmediato la puerta Jonathan, no dejaremos que nadie más vea semejante masacre. Refiriéndose a la misteriosa habitación de mí casa, de la cual salía un desagradable hedor a descomposición.
En mi mente había una serie de preguntas, que no podía responder.
-¿Qué había en aquella habitación?, estaba cerrada con llave desde la ultima visita de Seth, ¿Qué podía ser tan terrible o desagradable para hacer falleciera un hombre?, ¿qué se escondía tras esa puerta que estaba lejos de mi alcance?, no lo sabía.
Aquel aroma cadavérico me revolvía el estomago, salivaba incontrolablemente tratando de no vomitar asqueado por ese desagradable olor.
Los policías habían arrastrado el cadáver de su superior lejos de la habitación, dejándolo recostado sobre el sofá del living.
Llamaron entonces a la ambulancia y a la jefatura de policía para contar lo que había acontecido ahí.
En ese momento uno de los policías se acerco a mí, me puso de pie y me hizo caminar en dirección a una de las habitaciones aledañas a la que estaba cerrada.
Aquí te quedaras me empujó dentro y me cerro la puerta en la cara, sin siquiera dejar que le preguntara que sucedía.
Me senté en una de las sillas de mi habitación, reflexionánte ante aquella peculiar situación que se llevaba a cabo en mi casa.
-¿De qué era culpable?
Lentamente el hedor de la habitación de al lado comenzó a traspasarse hasta donde yo me encontraba, tape mi boca para evitar vomitar lo que había comido. Me senté en el rincón de la habitación tratando de alejarme de ese olor a muerte, de ese perfume, extracto de muerte que destruía mis fosas nasales y revolvía mis intestinos.
Había una pequeña protuberancia que salía desde la pared, brillante y filosa al parecer era un hacha que estaba enterrada en la pared pero desde el otro lado de la habitación. Saqué el pañuelo de mi bolsillo para taparme la nariz y a boca, los apreté muy fuerte para no respirar, me acerqué hasta el filo del hacha con el único fin de sacarla de ahí y poder observar que había desde el otro lado.
En ese preciso momento uno de los oficiales abrió la puerta.
-¿Que haces?
-Anda sal de ahí, ven necesito que hagas tú declaración.
-Pero…
-¿Pero?
-Nada señor.- salí de la habitación con la vista sobre las tablas del piso de mi casa.
La ambulancia ya había llegado, podía escuchar la sirena de esta, miré por la ventana había varias patrullas detenidas en el exterior, miré hacia atrás en dirección hacia la habitación, el flash de una cámara fotográfica me segó, al parecer el equipo de peritos ya estaba ahí.
-Solo fotografía, le decía un perito a otro tosiendo y con arcadas de por medio.
-No toques nada solo espera y fotografía, toma
-¿Que es esto?
-Una mascarilla y una sustancia que neutraliza la peste de cierto modo, ya que debes entrar a fotografiar.
Desde el interior salía otro individuo con el pañuelo manchado en vomito.
-Que no ensucies.- le grito.
-Maldición.-replico.
El cadáver del oficial ya no estaba sobre el sofá los paramédicos lo habían llevado al instituto medico legal para determinar la causa de muerte de este.
El oficial me llevó a otra habitación lejos de aquel olor. Al entrar había un tipo con un cuaderno, tenía la cara pegada en el, su pelo era oscuro y corto, usaba lentes y tenía un traje azul marino.
-Hola.-me dijo.
-Hola.- le respondí.
-Siéntese.
-OK.
-Bueno cuénteme ¿cómo llevo a cabo semejante matanza en su casa?, ¿por que lo hizo?, -¿Cómo lo hizo?...
Y miles de interrogantes más, mi cabeza daba vueltas y vueltas, el reía, se reía de mi, usted se burla de mí, su cara se desarmaba y se reconstruía, una y otra vez, podía escuchar los pasos de la calle, las voces de los demás policías y sus murmullos me reventaban los oídos, tenía que taparlos, pero tenía las esposas puestas, me dolía mucho la cabeza, comencé a balancearme en la silla, adelante y atrás, los ruidos provenientes de la casa eran como agujas que penetraban por mis oídos y llegaban a mi cerebro y se incrustaban en el atornillándose lentamente, grité y caí al piso, mi nariz sangraba, el tipo que estaba delante de mí terminó de interrogarme tras ver que yo estaba en el suelo chorreando sangre desde la nariz, salió por la puerta y grito.
-Un paramédico urgente por favor.
Todo estaba en cámara lenta en ese momento, dos paramédicos entraron a la habitación, sus voces se escuchaban lejanas y muy profundas, se acercaron a mi sus rostros eran muy borrosos, tomaron mi pulso y me sentaron en una silla.
-¿Está bien?
-¿Se encuentra bien? mire a su derecha, ahora a su izquierda.-apuntándome con una linterna a los ojos.
-Tiene el pulso algo taquicardico ya se le quitara, es normal ante tanta presión.
Se fueron de la habitación, dejándome solo y tiritando, no podía controlar mis nervios, mis manos temblaban mucho.
-Esta bien déjenlo a solas un rato.
Recuperado ya de mi ataque, con el corazón ya regularizando su ritmo normal, un poco atontado, mareado y con un fuerte dolor de cabeza me puse de pie, caminé en dirección a la puerta de la habitación, quería saber que ocurría, verlo con mis propios ojos.
Lentamente giré la manilla de la puerta para que no me oyeran y me detuvieran en mi desesperado acto por buscar respuestas y saber que pasaba.
Abrí la puerta, corrí por el pasillo, los policías me vieron salir corriendo de la habitación, crucé la cinta amarilla, finalmente llegué a la puerta de la habitación mi corazón salto tres veces y luego se calmo, observe el suelo de la entrada de la habitación, estaba manchado en sangre, adherida al piso, pegada y coagulada, era de color café oscuro, mezclada con coágulos de sangre y pedacitos de piel y unos arañazos que se arrastraban hasta el interior de esta.
Ahí estaba delante de mí el cuadro de mis pesadillas, una imagen que mi cerebro fotografió y quedo ahí hasta ahora, mi respiración se detuvo en seco, mi corazón latió velozmente, podía sentirlo saltar y verlo a través de mi camisa.
Estaba el cadáver de mi esposa sentado en una silla con la cabeza doblada hacia la izquierda, tenía la cabeza tapada con una bolsa, los gusanos se podían ver caminar por entre la piel del cadáver y en las bolsas, había miles de estos devorando la carne de mi amada. Todo su desnudo cuerpo estaba envuelto en bolsas, su delicada figura tenía una coloración verdosa y gris, los fluidos de su cuerpo estaban pegados en las bolsas burbujeantes, goteaban en el piso, el cual estaba podrido, las tablas del piso estaban negras, la bolsa que tenia en la cabeza tenía vomito con sangre seca y una expresión facial de completa desesperación. El olor era tan desagradable y penetrante, que no lo soporté mas, vomite sobre el ensangrentado piso.
Observé toda la habitación, estaba toda manchada con sangre, las paredes tenían coágulos pegados y liquido vital que se había resbalado por este pero ya se había secado dejado un pisa papeles infernal.
Las moscas entraban y salían de la habitación, desde las manos de mi esposa, las larvas de moscas rompían la piel convertidas en moscas y salían volando de su nido carnal.
En otras bolsas estaban los restos de mis hijos, desmembrados y envueltos delicadamente en bolsas, algunas bolsas estaban mal envueltas y se podía ver los miembros amputados de mis hijos, los brazos y las cabezas no habían sido envueltas y estaban regadas por toda la habitación, estaban muy deformados y podridos, el aroma del perfume cadavérico era tan perturbador, esta vez me aguante las ganas de vomitar, en su lugar unas cuantas arcadas y mucha saliva.
Las moscas y los gusanos se revolcaban en estos restos humanos, gusanos blancos con pequeñas mandíbulas devorando toda la carne a su paso.
El rostro angelical de mi hija había sido corrompido y destruido a la mitad por el hacha, tenía el cerebro expuesto y lleno de gusanos, los restos de mi hijo eran una masa de órganos verdes en descomposición.
Las vísceras de mis seres queridos estaban debajo de la cama, todas juntas y apiladas, los gusanos y otros animales rastreros, se hallaban ahí comiendo ese manjar viscoso.
El hacha estaba enterada en la pared, tenía sangre coagulada en el mango, dos manos invisibles marcadas la sostenían, me acerque para ver mas detalladamente de quien eran las manos, cogí el hacha mis manos calzaban con mis manos.
-Fui yo.- me dije en silencio, soltando el hacha.
-Ellos estaban enfermos tenían viruela debía aislarlos para evitar contagiarme de aquel virus.
Los encerró por que supo que tenían una rara enfermedad (viruela), la cual era contagiosa, para evitar el contagio aisló a su esposa en una de las habitaciones, tenía miedo de contagiarse y morir, la encerró por unas semanas, no le dio de comer en todo ese tiempo, ella falleció y el olor que comenzó a expulsar su cadáver era insoportable e impregnaba toda la casa, el lo envolvió en bolsas plásticas para tratar de amortiguar semejante olor.
Los hijos de el preguntaban constantemente donde estaba su madre. Un día siguieron a su padre a la habitación y descubrieron a su madre muerta y envuelta en bolsas. Al ver eso, ellos gritaron su padre al ver que sus hijos estaban en la habitación con el, observó sus rostros y sus cuerpos los cuales por no haber comido durante casi un mes como se debe comer y nutrir el organismo, habían perdido mucho peso y estaban delgados, con cara de enfermos.
-Están contagiados aléjense de mí, sus hijos lloraban y no comprendían que decía su ya desquiciado padre.
El al ver que estaban enfermos, corrió hacia el patio busco el hacha en el garaje, entró corriendo hasta la habitación donde sus hijos estaban abrazados del cadáver de su madre. De un hachazo, acabó con sus hija menor de 5 años, con un golpe certero en el cráneo, su hermano al observar como masacraban a su hermana trato de escapar, el lanzó el hacha hacia el niño enterrándola en los músculos del brazo del pequeño, lentamente se puso de pie y camino hacia el, su hijo desgarró su músculo en un intento desesperado de escapar de su padre, el cual tomó su cabeza y la azotó contra la pared, dejándolo inconsciente y sangrando profusamente de la frente, su hijo tenía 12 años de edad, arrojó los cuerpos dentro de la habitación.
Como los cuerpos eran pequeños y débiles, fáciles de quebrar, para evitar que el olor se esparciera por toda la casa, descuartizo y envolvió los desmembrados cuerpos en bolsas, para que la pestilencia de los cadáveres no impregnase la casa.
Olvidando todo lo de ese día, los policías llegaron donde él, el estaba de pie en la habitación, riendo a carcajadas, una ronca y cambiante voz salio de su garganta.
-Yo lo hice, soy Seth, no me contagie ni tú te contagiaste dirigiéndose al mismo.
-Todo gracias a mí.
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