RESEÑA DE “LA NOVIA DE RE-ANIMATOR” (Brian Yuzna, 1990)
Por Coheniano – Carlos Iglesias Díez-.
La obra de Howard Phillips Lovecraft ha tenido una fortuna desigual en su traslado al cine. A grandes rasgos, y sin ánimo de ser exhaustivos, podemos dividir en cuatro grupos las adaptaciones fílmicas de sus novelas y relatos. Un primer grupo lo formarían recreaciones, más o menos fieles, de su particular universo literario, con películas excelentes como “La Cosa” -1982-, donde, recordémoslo, la adaptación del relato “Who goes there?” de John W. Campbell se convertía, en manos de Carpenter, en una lectura muy personal de “En las montañas de la locura”. En segundo lugar, tendríamos una serie de películas que, pretendiendo ser muy fieles a la letra, traicionan casi por completo el espíritu lovecraftiano, quedándose en meras copias, en pálidos reflejos sin brillo de los originales literarios en que se basan, como es el caso de “La mansión de Cthulhu” (1991), de nuestro Juan Piquer Simón, o bien de la, para mí, muy fallida aportación del propio Stuart Gordon a la serie de televisión “Masters of Horror”: “Tras las paredes” ( con esa inefable rata parlante). También contamos con algunas ‘rarezas’ como, por ejemplo, “Providence” (1987), en la cual Alain Resnais toma como pretexto la figura de Lovecraft para llevar a cabo otro de sus ensayos cinematográficos acerca del paso del tiempo y su circularidad inexorable, de la creación artística, de la vejez, y de la muerte. En último lugar se situarían tanto “Re-Animator”(1985) como su secuela, esto es, películas que parten de Lovecraft para construir un discurso totalmente original y novedoso ( al menos, para la época en que fueron realizadas), sustentado en ingredientes tales como el pastiche cinéfago ( que abarca todos los aspectos de la película, desde la banda sonora hasta el propio trabajo de los actores), un ritmo tenso, dinámico e imparable que no deja respiro al espectador y que bebe más de los dibujos animados ( y, en concreto, de los de la factoría Warner) que del cine de horror, y un humor gamberro, paródico, y autorreferencial matizado por la abundancia de vísceras y por una ingente cantidad de sangre falsa ( en este sentido, creo que la película le debe más a “El jovencito Frankenstein” – Mel Brooks, 1974- que a la tantas veces mencionada “La novia de Frankenstein” – James Whale, 1935-).
“La novia de Re-Animator” fue, tras “Society”(1988), la segunda incursión como director de Brian Yuzna, después de su fructífera asociación artística y comercial con Stuart Gordon, con quien realizó tres títulos que hoy constituyen auténticas cimas del “gore-terror” de los años ochenta : la citada “Re-Animator”, “Re-Sonator” (1986), y la encantadora “Dolls” (1986). No obstante, “La novia de Re-Animator” me parece algo inferior a su predecesora, y ello se debe, en mi opinión, a dos motivos: a la dispersión de ideas, por un lado, y a la indefinición expresiva, por otro.
Antes de continuar, echemos un vistazo a su argumento: Ocho meses después de la masacre de Miskatonic, nos encontramos al doctor Herbert West y a su eterno ayudante Dan Cain ejerciendo como médicos de campaña ( o quiza´ habría que decir como “reanimadores sin fronteras” –je,je-) durante una salvaje guerra civil en el Perú. Al regresar a Los Angeles, West convence a Dan para llevar a cabo un experimento revolucionario: insertar el corazón aún vivo de su fallecida novia Meg en el cuerpo muerto de una paciente por la que parece sentir una cierta atracción. No se trata, por tanto, de reanimar cuerpos muertos, sino más bien de crear vidas nuevas a partir de trozos de cadáveres recientes. La trama se complicará con la aparición de un seboso teniente de policía con ansias de venganza ( cuya esposa fue víctima de los experimentos de West) que, a su vez, ha encontrado en un cubo de basura (¡!!!!) la cabeza parlante del doctor Hill ( quien, por supuesto, también quiere vengarse de West), y de una guapa periodista a la que nuestros antihéroes conocieron durante su estancia en Perú. Todo ello desembocará en un final apoteósico de consecuencias imprevisibles.
Si “Re- Animator” se caracterizaba, dentro de su hibridez genérica y temática, por mantener un tono idéntico desde el principio hasta el final, “La Novia de Re- Animator” bascula entre dos tendencias que no siempre se ensamblan con la armonía adecuada. Así, durante la primera media hora de película parece que Yuzna va a ahondar en los aspectos más cómicos y grotescos de la primera entrega. Varios elementos avalan esta hipótesis : esa mano formada por cuatro dedos con un ojo en el centro, que corretea sola y parece fruto de la imaginación de Charles Addams; las triquiñuelas que inventa West para robar cadáveres del hospital con el fin de usarlos en sus experimentos, dando pie a escenas delirantes (que parecen extraídas de una película del inspector Clouseau); la relación misma de West y Dan, a quienes vemos viviendo juntos en una “idílica” casa situada junto a un cementerio, y manteniendo discusiones constantes, casi como si fueran una pareja de hecho o la versión siniestra de Epi y Blas, etc. Pero, sobre todo, nos lo hace creer el magnífico prólogo de la película, donde, sobre un fondo negro, vemos a la cabeza parlante del doctor Hill pronunciando un solemne y malvado discurso digno de un villano de cómic, o del mismísimo Fu- Manchú:
“West, eres un bastardo. Tú me has hecho esto. Pero no escaparás.
Te aseguro que esta vez no…Ja, ja, ja, ja”.
No obstante, a partir del momento en que entra en escena el personaje de Francesca, y West expone su idea para que el corazón de Meg vuelva a latir dentro de otro cuerpo, la película introduce un imprevisto y agradable componente romántico ( un romanticismo bizarro y morboso, eso sí) que se verá reforzado por la pasión amorosa que nace entre Dan y Francesca, por la obsesión del policía hacia su difunta esposa ( a la que tambien tendremos ocasión de ver haciendo de las suyas, acompañada por un zombie idéntico a Charles Manson), o por algunos monólogos gloriosos, como éste que nos revela una insólita “sensibilidad poética” – o así- en el personaje de Herbert West :
“Los pies de una joven bailarina, que puso fin a su vida cuando perdió
la ambición; estas piernas andaban por las calles […] piensa en todos
los cuerpos que han abrazado estas piernas […], y aquí el vientre
de una virgen, truncada antes de probar los placeres de la vida
¿Recuerdas??. Su piel, tan suave, tan cálida, pero tan fría…
por la muerte.”
Hay, por tanto, una evidente descompensación entre las dos partes de la película, algo a lo que tampoco resulta ajeno el final de la misma, tan desproporcionado, surrealista y espectacular que puede verse casi como una tercera película ( muy en la línea de “Society, el debut del propio Yuzna) , ajena a las que hasta entonces hemos visto: la humorística y la romántica. Se trata de un final que, además de una increíble orgía de sangre, vísceras, y muertos vivientes,(¡¡¡¡ por no mencionar la cabeza del doctor Hill, a la que le han injertado unas alas de murciélago!!!!) contiene resonancias bíblicas, pues West se adjudica a sí mismo el papel de un nuevo Mesías ( ¡!!!), al que acaban devorando sus propias criaturas.
Con todo, pienso que son estos dos rasgos – la falta de unidad y la macedonia de estilos- los que le confieren a “La Novia de Re- Animator” todo su singular encanto, convirtiéndola en una película inferior, pero ,a priori, más atractiva que la original de Stuart Gordon ( para mí, al menos).
En el apartado interpretativo, Jeffrey Combs vuelve a transmutarse en el enfebrecido y desquiciado doctor Herbert West ( tan chiflado y megalómano que hasta resulta entrañable). Y lo hace, por supuesto, de forma genial, llegando incluso a “humanizar” un tanto a su personaje ( esos imprevistos ‘raptos poéticos’, los celos que parece sentir cuando llega Francesca, etc). También Bruce Abbot , como Dan Cain, vuelve a ser una versión “teenager” de aquellos típicos galanes del cine de terror de la Universal de los años 30. David Gale, por su parte, demuestra que tan sólo se necesita la cabeza para lograr una interpretación memorable. Por último, la protagonista femenina corre a cargo de Fabiana Udenio, una actriz argentina de belleza lánguida… que no consigue hacernos olvidar a la rubia y neumática Barbara Crampton de la primera entrega.
La banda sonora aparece firmada nuevamente por Richard Band, quien nos ofrece por segunda vez un simpático plagio de Bernard Hermann combinado con ocasionales toques románticos muy acordes con la historia que se nos cuenta.
Un saludo a todos.
Coheniano.