Un grupo de soldados encuentran una base militar nazi oculta en una isla y en ella criogenizada duerme una mujer que puede significar su única salida de ese lugar con vida, pues en esa isla hay dinosaurios hambrientos. No contentos con esto, sueltan un virus que corroe la carne y les matará en poco tiempo.
Con esta base tan "Parque Jurásico", Frank Cho realiza una miniserie espectacular, las páginas rebosan brillantez y hacen que mires con lupa cada uno de los detalles que nos muestra, porque Cho es detallista hasta la saciedad, hasta tal punto que si a uno de los protagonistas se le rompe una uña, esa uña estará rota en todas y cada una de las viñetas en que aparezca. Aparte de esto no puedes despegar los ojos de los excesos anatómicos de la protagonista, en los cuales se recrea y busca sin lugar a dudas poses un tanto provocativas para mantener la atención en ella y olvidar que no hay argumento, no hay guión y cualquier pretensión de que lo haya es inexistente.
Cho demuestra que es un maestro del dibujo pero que no sabe escribir. Ya en la primera parte del volumen que nos presenta Panini te das cuenta que la mujer es impresionante, pero si tratas de recapitular te quedas mirando al vacío con la mente en blanco y la impresión de que te está tomando el pelo.
En las siguientes partes, aunque la cosa mejora un poco, no por ello quiere decir que el autor se haya rebanado los sesos para tratar de sacarse de la chistera algo mejor, simplemente deja de lado las explicaciones (que no tenían lógica, todo sea dicho) y se dedica a mostrarnos una persecución a contrarreloj, sin dar respiro ni tiempo a pensar.
Es acción a raudales, es anatomía femenina y es Parque Jurásico, pero cambiando a los científicos y niños por un ejército debilitado y una mujer superpoderosa con un largo cuchillo y demasiadas curvas para no pensar mal. El argumento hace aguas por todas partes y si pretendes leer una buena historia mejor que lo dejes o saldrás muy decepcionado.
El cómic es solo eso, una consecución de dibujo impresionante, detallista, hecho para regalar los ojos, el autor encadena secuencias de acción con movimiento de pechos acompañando las líneas cinéticas y sangre a borbotones. Pero no hay más.
Para terminar, decir que se dijo que la edición española aparecería sin censurar. Pero que nadie se frote las manos pensando en ver desnudos a raudales, pues esta censura ha llegado señores, salvo que finalmente hemos podido ver las cruces gamadas del bunker Nazi, pero no los pocos desnudos parciales que el señor Cho mostró.
Dos de las páginas censuradas.