El guionista y dibujante Mike Ratera nos ofrece otra delicatessen digna de los adictos al gore, la violencia y el erotismo sádico y masoquista. Hamramr cuenta una historia racista y despiadada que no es apta para todos los estómagos.
El hermano de una stripper es encontrado con una mano seccionada y sin corazón, hay una serie de crímenes en la ciudad con este modus operandi y la policía está perdida del todo, así que la mujer emprende una cacería despiadada. La cosa se complica cuando descubre que hay magia detrás de esos crímenes, magia muy vieja y cruel.
Una vez más Ratera nos ofrece algo indescriptible, aunque inferior a HUNTER en todos los aspectos si quieres gore, salvajismo y sexo no te defraudará.
La historia no es especialmente atractiva, Ratera retrocede muy a menudo al pasado sin utilizar ningún tópico que facilite al lector la situación en que debe encontrarse. Además la inclusión de letras con una fuente retorcida y recargada impide la lectura adecuada de las viñetas, reteniendo demasiado algunas secuencias (quizás las más interesantes) y utiliza palabras en Alemán, obligándote a buscar la traducción por la página, ralentizando una vez más la lectura que debería ser más dinámica dado el tipo de historia.
El dibujo se ve muy influenciado por las modas del momento, poses imposibles, las escenas de acción sin que se toque el suelo en saltos a los Lobezno y mujeres de piernas largas y caderas echadas atrás para marcar trasero (a la moda de IMAGE) chocan mucho a la vista tras leer HUNTER, que todo es suciedad y aunque son dibujos feos y desproporcionados, se agradecen para la historia.
Ratera aquí se estaba abriendo las puertas al mercado americano y se adaptaba a su estilo, es comprensible.
El cómic es una ida de olla, es tan agresivo y obsceno que te despierta una sonrisa y al terminarlo con ese toque de serie B te hace pensar que el autor lo realizó como divertimento y sin molestarse en hacer algo de una calidad digna. Sin embargo me lo he leído dos veces y la sonrisa ha fluido a mi rostro incluso en la escena de la chica con tantos objetos clavados en el cuerpo, incluidas las agujas de ganchillo en los pechos, por lo imposible de la situación.