"Hoy en día pocos aficionados, afines o no al género, conocen la figura de Hershell Gordon Lewis, uno de los primeros cultivadores (para muchos, el verdadero padre del splatter) del gore como marca de fábrica. Su obra permanece en un limbo de distribución al cual son ajenos muchos aficionados a la casquería fílmica, algo que probablemente será subsanado (sino ocurre, tampoco nos perdemos nada) con algún tipo de reivindicación desmesurada como ha sucedido con muchos francotiradores del género. Una de sus obras más conocidas es “2000 Maníacos”, una revisitación en clave macabra del musical de Minelli “Brigadoon”, tomándose muchísimas licencias por supuesto. La clave de aquel filme cabía encontrarlo en lo que muchos consideran la arqueología cinematográfica, ya que sus virtudes, quitando el mero hecho de ser la precursora del género más sangriento, fueron más bien escasas (y eso que se trata de uno de sus filmes más cuidados a nivel técnico, según sus creadores).
De tapadillo, obviando la distribución masiva en un alarde de dignidad poco habitual, nos llegaba en el año 2005 el correspondiente remake, dirigido por Tim Sullivan, y de nombre “2001 maníacos”. Curiosamente, y vistos los resultados, se antoja una operación cuestionable, sobretodo porque resulta uno de esos remakes que mejoran notablemente las (pocas) virtudes de su predecesora, dejando claro que en ocasiones, si que se puede mejorar un punto de partida poco satisfactorio (deberían haber tomado nota los responsables de remakes como el de Amytiville).
El argumento viene a ser el mismo, la parada ocasional de un grupo de jóvenes en un pueblo sureño, y como, por tradición histórica, ese día se convierte en una matanza donde lo irónico se entremezcla con ciertos toques nudie de erotismo divertidísimo, primando por encima de toda deuda referencial (que las hay) el sentido del cinismo más pronunciado.
Sullivan, en su tarea de director, sabe explotar la iconografía del género y sus referentes, apostando por ese humor negro que se apodera de todo el filme, salpicando con ello a ciertos estamentos de su nación, sobretodo del sur de Estados Unidos. Contar con un mito como Robert Englund para vender el producto le da al filme un cierto toque de pedigrí, de lo cual cabe felicitarse, así como de su más que correcto devenir narrativo, donde las bromas de humor negro acontecen con la misma celeridad que la diversión apoderándose del personal.
“2001 maniacos” es, pese a su mala distribución, uno de los remakes más acertados que ha parido el cine norteamericano en los últimos años, repleto de humor negro, cinismo descarnado y una apuesta por lo referencial y paródico en su máximo apogeo. Una verdadera orgía lúdica."
Por Iván Villamel Sánchez