Crítica de "Paintball" por Misquamakus

Lo nuevo de Filmax incluye nuevo director, nuevo guionista y muchas caras nuevas, pero desgraciadamente no la nueva experiencia que se nos prometió hace meses, que era quizás lo más importante.

La película, que a bote pronto podría definirse como una mezcla casi clónica de Hostel y REC (argumento y estética respectivamente), mimetiza los puntos fuertes de ambas películas quedándose sólo en el envoltorio.

Por el lado técnico, nos enfrentamos a un irracional rodaje en steady, decisión que huele más a producción que a la parte creativa, y que en cierto modo era previsible tras el éxito de la película de Balaguero y Plaza.



La diferencia vital entre esta película y REC, Cloverfield o La Bruja de Blair, por ejemplo, es que mientras en estas últimas el recurso de la cámara en mano se integra en el propio argumento de forma coherente, funciona como personaje en sí, plantea ingeniosas situaciones de tensión, mueve la trama y además sirve a un interesante intento de realismo, en Paintball es puro efectismo barato. Lo que viene siendo el típico parkinson chapucero de la serie-B de acción, pero aplicado a hora y media de metraje, sin descanso, sin sentido y sin control, porque encima no hace gala de una coordinación de movimientos equilibrada y cerebral, como el que puede verse en REC o Cloverfield, sino que prima el tuntún prácticamente en toda la película. Que sumado a que sucede a plena luz del día (demos gracias al sol por dejarnos ciegos en varias secuencias), en un bosque, saturado de confusos tonos verdes y marrones, y que además son casi todo planos secuencia, hace que provoque mareos de tres pares de narices.

Se ve también la influencia de los videojuegos en gran cantidad de secuencias, empezando por la intro en la camioneta, típica del típico “Call of Duty” o “Medal of Honor”, o las vistas subjetivas del asesino.



Por otro lado, el argumental, nos encontramos con un ripoff de Hostel, donde de nuevo una organización poderosa secuestra a jóvenes para el disfrute lúdico de sádicos millonarios que pagan cantidades astronómicas por verles morir (esta vez no por matarlos, que debe ser más aburrido).

Bien podría desarrollarse una trama original e interesante en base a una idea existente, es lo que sucede normalmente, pero en el caso de Paintball los cimientos son los ladrillos y el propio tejado. Del primer al último minuto cae en una monotonía argumental abrumadora con apenas puntos de giro, donde el esquema narrativo “asesinato-histeria-paseo-asesinato” se cumple hasta la saciedad y a rajatabla, como en toda película slasher, pero sin alterar la historia o el perfil de los personajes lo más mínimo.



Hay que añadir que pese al nulo trabajo de guión, hay agujeros tremendos, cosa incomprensible, como por ejemplo presentar el juego como una prueba de supervivencia del mejor capacitado, para a primeras de cambio contradecirse y hacernos ver que el asesino mata o perdona a capricho de los organizadores, aún teniéndolos a tiro.

También se nota un poco la presión de producción en varias escenas, o eso, o las prisas por acabar, ya que en un principio el bosque te lo pintan inmenso, y en la mitad final parece del tamaño de un salón, donde de pronto todos los escenarios y cadáveres están a la vuelta de la esquina. O la necesidad de aclarar los pormenores de la historia mediante miguitas de pan para que el espectador se entere de por qué sucede lo que sucede, metiendo a calzador información, como el historial de defunción de los jugadores en el último maletín, innecesario para la protagonista si el rollo iba de crear un arma a retales con cada parte encontrada en todos los maletines.



Los mencionados asesinatos, plato fuerte y apoyo principal del proyecto, tristemente quedan empañados por culpa del look adoptado. Vemos la mayoría con visión nocturna, que es muy original y llamativo, sí, pero funcionalmente igual que interpretar un test de Rorschach, si tienes suerte igual distingues algo. Pero además la concepción de varios de ellos ralla lo ridículo, como el del tío colgado patas arriba que el asesino pone una piedra debajo para dejarle caer sobre ella y partirse el cuello, o al tío que vuela el pecho con 2 minas bajo el chaleco presionándole con la bota, que además de demostrar que el chaleco es de adamantium, nos regala una chapuza de maquillaje después, con un boquete artificial en forma de caja torácica como única consecuencia de ambas explosiones.

Pero no todo es malo, tiene detalles buenos, algunos planos secuencia bastante potables, la música encaja bien, el diseño de sonido es excelente, y bueno, volviendo un poco a la parte negativa por desgracia, ya que entramos en materia de audio, resaltar que si lo que pretendían era naturalidad y crudeza de imagen, tendrían que haber ajustado los niveles de audio para que encajaran con la escena, porque mientras que en pantalla vemos un follón caótico de movimientos y tembleques, con personajes desperdigados por distintos puntos del escenario corriendo de aquí para allá, las voces se mantienen al mismo tono, misma distancia y misma profundidad, como si estuviesen metidas a calzador o estuviesen radiotransmitiendo lo que les pasa desde fuera.

Rascando fuera del cartón y como consuelo de bobos, también podría contarse como virtud el tratarse de un producto nuevo, y no otro triste remake de los centenares que innecesariamente salpican la cartelera. En resumen, pasable película que se autojustifica en el básico entretenimiento, aún siendo dudoso en varias partes del metraje. Y ya como posdata, el final es de pena.