Sinopsis:Martha vive con su prometido Jim dentro de una comunidad rural regida por una extraña secta religiosa, los hititas, a cuyo frente se sitúa el fanático Isaías. Cuando Jim fallece en misteriosas circunstancias, y Martha recibe la visita de dos amigas suyas que vienen de la ciudad (Vicky y Lana), comenzarán a sucederse una cadena de desapariciones y muertes que parecen relacionarse a primera vista con una entidad maligna a la cual los hititas llaman El Íncubo…
Crítica:Con motivo de su reciente edición en DVD por la firma Creative Films, hoy os traigo una de las películas menos conocidas y más reivindicables de Wes Craven: “Bendición mortal”-1981-. En primer lugar, creo que estamos ante una película-puente dentro de la trayectoria de su director, pues “Bendición mortal” ya apunta algunos elementos que desarrollará con mayor profundidad en películas posteriores (una especial habilidad para la creación de atmósferas opresivas y macabras, como ponen de manifiesto “La serpiente y el arco-iris” -1988-, o “El sótano del miedo” -1991-, así como una fusión entre realidad y sueño que constituirá el germen de su obra más conocida y mítica : “Pesadilla en Elm Street” -1984-), al mismo tiempo que supone una ruptura con todo lo que había realizado hasta entonces (títulos hoy de culto como “La última casa a la izquierda” -1971-, y “Las colinas tienen ojos” -1977-, caracterizados por una representación cruda e hiperrealista de episodios de violencia extrema).
El enfoque que se le da al asesino es más cercano al Giallo que al Slasher.
Demostrado, Sharon Stone tuvo que tragar cosas grandes y peludas para poder actuar en la película. Aquí la prueba:
A diferencia de lo que ocurría en sus primeros trabajos como director, “Bendición mortal” no se distingue especialmente por el contenido de sus escenas gore, ni por sus excesos visuales, sino más bien por la maestría de Craven a la hora de recrear el ambiente cerrado, primitivo, oscuro, y hostil de la Ámerica profunda, mediante una puesta en escena que evoca la obra de pintores como Grant Wood o Andrew Wyeth (representantes ambos del estilo ‘gótico americano’ en el campo de las artes plásticas).
Como suele pasar en la mayor parte de las películas de Wes Craven, lo más importante aquí no es la dramaturgia del relato, es decir, lo relativo a los personajes – bastante planos, con la excepción de la joven Faith-, y a la historia – que hacia la segunda mitad de la película adopta un tono algo inverosímil y granguiñolesco que poco tiene que ver con la sobriedad y la contención mantenidas durante su primera media hora-, sino todo lo referente a la visualización del mismo ( puesta en escena, fotografía, diseño de producción, etc). La brillantez de Craven se pone, pues, de manifiesto tanto por su (re)creación de una atmósfera sórdida e inquietante, como por su manera de ir dosificando sabiamente una intriga que al final se le escapa de las manos, diseminando falsas pistas por aquí y por allá, y construyendo una serie de escenas que casi parecen tener autonomía por sí mismas: destacan, en este sentido, momentos cumbre como el de la muerte del palurdo interpretado por Michael Berryman (ocurrida mientras espía a una desnuda y voluptuosa Martha), y el posterior hallazgo de su cadáver en el granero; la escena de la bañera, idéntica en su planificación y resultado a otra muy conocida de la posterior “Pesadilla en Elm Street”; las alucinaciones y pesadillas que sufre el personaje de Lana, en las cuales se combinan turbias escenas sexuales con el horror viscoso provocado por las arañas; el ritual de castigo que Isaías les aplica a los miembros díscolos de su comunidad ( “tú lo que necesitas es el temor de Dios”, llega a decirle a su propio hijo John, justo antes de atizarle con una vara); la “giallesca” muerte de John y Vicky mientras están haciendo el amor dentro de un coche ,etc.
Las arañas son usadas de forma simbólica (y recurrente) durante toda la película.
Todo ello obedece a un cierto afán de denuncia que conecta a esta película con las dos primeras de Craven, si bien las semejanzas entre ellas terminan ahí. “La última casa a la izquierda” y “Las colinas tienen ojos” llevaban a cabo una denuncia de la ilimitada capacidad del ser humano para causar sufrimiento físico al otro, y lo hacían mediante la metáfora del enfrentamiento entre dos clanes o grupos familiares opuestos (representantes unos de la racionalidad, y otros de la locura y el salvajismo, pero ambos igualmente capacitados para engendrar violencia). Lo que “Bendición mortal” pone de manifiesto es la brutalidad que subyace bajo cualquier fanatismo religioso, y cómo este puede conducir a la ignorancia, al atraso ( los campesinos hititas se niegan a utilizar tractores u otro tipo de maquinaría agrícola para labrar la tierra), y a una fuerte represión personal, afectiva, y sexual ( a este respecto, es significativa la escena de voyeurismo antes mencionada, así como el conato de relación amorosa que se establece entre John y Vicky) . Este último punto es importante, pues Craven contrapone en todo momento la cerrilidad y el oscurantismo de los hititas con la belleza y la sensualidad encarnadas por las tres protagonistas femeninas ( no en vano, Rubén Lardín propuso , de modo muy irónico, un título alternativo para la película que nos ocupa: “Los Ángeles de Charlie van a la granja”). El erotismo y la belleza son, por tanto, sinónimos de libertad frente a la negrura y la opresión.
Ciertos momentos del film son precursores de algunos films de Wes Craven como "
Pesadilla en Elm Street"
O "
La serpiente y el arcoiris"
Entre los actores, brilla con luz propia el gran Ernest Borgnine (Isaías), a quien, tras su memorable trabajo en “Grupo Salvaje” –Sam Peckinpah, 1969-, hemos tenido ocasión de ver en títulos del género fantaterrorífico, tales como “Willard” – Daniel Mann, 1971-, “La lluvia del diablo” – Robert Fuest, 1975-, “1997: rescate en Nueva York” –John Carpenter, 1980-, o “Gattaca”- Andrew Niccol, 1997-. Al singular Michael Berryman (William) ya lo habíamos visto en “Las colinas tienen ojos”… dando vida a un personaje con instintos caníbales muy diferente al que interpreta aquí´. Las tres heroínas son Maren Jensen –Martha- (famosa por su intervención en una serie televisiva de culto: “Galáctica”), Susan Buckner –Vicky- (de quien sólo conozco su papel en el famoso musical “Grease” -1978-, y que guarda un increíble parecido físico con la cantante rubia del grupo “Abba”), y una debutante Sharon Stone –Lana-, interpretando a un personaje cuya dulzura y fragilidad lo alejan por completo del que luego le daría fama en la gran pantalla: la despiadada y fría escritora de “Instinto Básico”- Paul Verhoeven, 1990-. De la banda sonora se encarga un primerizo James Horner, que compone una música con reminiscencias de la que realizara Jerry Goldsmith para “La Profecía” – Richard Donner, 1976-, y que realza adecuadamente la sensación de angustia y opresión que transmiten las imágenes.
Ernest Borgnine está enorme en su papel de Isaías, un hombre duro y estricto que en el fondo tiene su corazón.
Si el espectador se fija, uno de los temas que trata el film es la escasa tolerancia del ser humano, los hititas no toleran la presencia de las chicas por pensar de una forma distinta y ser mujeres liberales, las chicas desconfían tanto de los hititas como de sus otros vecinos y por último nuestro/a villan@ siente un odio hacia los hombres aún más intenso que el que siente los hititas hacia las mujeres, siendo su fanatismo semejante a estos últimos.
Por último, una nota muy personal: desde que, a mis 12-13 años, “descubri´” por primera vez el cartel de “Bendición mortal” en las páginas de un viejo número de la revista ‘Fantastic magazine’ (de enero del 91), sentí un deseo enorme de ver esta película. Y es que me parece uno de los carteles más eróticos, inquietantes, y sugerentes del cine de terror de los años 80. ¿No lo creeis así vosotros?.