Título: Un conejo sin orejas (Keinohrhasen)
Director: Til Schweiger
Guión: Til Schweiger y Anika Decker
Producción: Til Schweiger, Thomas Zickler (Alemania), Warner Bros Entertaiment (EE. UU).
Actores: Til Schweiger, Nora Tschirner, Matthias Schweighöfer, Alwara Höfels, Armin Rohde.
Año: 2007
Duración: 115 minutos
De acuerdo. Que alguien me lo explique. Que me expliquen el concepto de “comedia romántica”. Sé lo que es una comedia. Sé lo que es una película romántica. Pero lo que es (o pretende ser) una comedia romántica. . . aunque esperen. Ahora caigo en al cuenta de que me he explicado mal. Quiero que alguien me explique, por favor, que es lo que, hoy en día, pretende ser una comedia romántica. Cierto es que no deben de tratar de ser iguales a “La fiera de mi niña” (“todo te lo puedo dar menos mi amor, baby”) o “Confidencias a medianoche”, que bebían de códigos éticos y estéticos pasados de moda tan solo en la forma, pero a veces y desafortunadamente, también en el fondo. No es que eso sea intrínsicamente malo en si. El cine, como arte, no puede estarse quieto, ha de moverse y evolucionar con el público para el que está concebido. El problema es que, conceptualmente, este género, ha tratado de redefinir los límites, más estéticos que formales, por saturación (véase Meg Ryan y sus variopintos partenaires), agotando así la formula casi hasta la medula y dejando restos que, a lo sumo, solo darían para una sitcom normalita.
En el caso de “Un conejo sin orejas”, se nota que en ciertos momentos (sobre todo en el arranque de la película), trata de moverse por los terrenos conocidos de la comedia, aunque enseguida pierde el norte y se da de bruces con la parte romántica de la película. Y es una pena, por que de haber seguido por ese camino, o compaginando correctamente ambos géneros, podía haber sido más liviana y fácil de ver.
No sé si será por el cambio de siglo o por que yo me quede anclado en el pasado. Sé que el sexo es importante en una relación sentimental, y que no se le pueden poner puertas al campo. Y también que no es malo que haya escenas de sexo en una película de este estilo, siempre y cuando la historia lo reclame para su desarrollo (como en la genial “Confidencias a medianoche”, aunque en este caso la escena de sexo estaba perfectamente involucrada en la trama y resuelta de una manera tan elegante como cómica). El problema es que. . . ¿ha de ser a veces tan escatológico? ¿Ha de ser un tema de conversación normal entre dos personajes que apenas si se conocen? A lo que me refiero es que, por desgracia, la cinta tira de tópicos y trata de conseguir la carcajada del espectador a través de las reacciones (o la falta de ellas) de los personajes acerca del tema. El problema aquí radica en que es muy difícil explicar el cambio de comportamiento de unos personajes que, si ven el sexo como lo que debe de ser, algo natural entre dos personas adultas que se atraen, no explica como pasan de ese comportamiento a uno en el que el compromiso va a cambiar radicalmente su manera de ver una relación sexual, como algo más que el mero intercambio de fluidos entre dos personas. Esto hace que las reacciones de los personajes basculen entre la normalidad y la ingenuidad, y no todo puede achacársele a esa cosa llamada amor para acelerar el ritmo de la película y tratar de hacer que los personajes se expliquen, cosa que cuando sucede, lo hace de manera muy superficial y desde luego, nada clara.
En cualquier caso, respecto al tono de comedia de la película, esta pierde puntos por no usar recursos validos, que no manidos, y dejando escapar la oportunidad de renovarlos, como en el caso de una de las dos escenas que transcurren en un restaurante, donde, supondré, se quiere homenajear a aquella tan famosa de, oh sorpresa, Meg Ryan y Billy Cristal. Vamos, que la cinta transita por terrenos demasiado conocidos como para ser de por si sorpresivos y en otras ocasiones pierde oportunidades de definir la psicología de los personajes con escenas demasiado largas e innecesarias. Aparte de eso, la película usa como detonante secundario de la acción a un icono machista tan exagerado y erróneo como que las mujeres que tienen un cargo público no son capaces de desempeñar su función correctamente debido a su temperamental estilo de vida. Y eso se supone que debe incitar a la risa.
En su descargo, he de decir que resulta evidente la coraza que usa el protagonista masculino (aunque el fallo de la película radica, esencialmente, en el no explicar por qué), que el personaje de la chica se hace finalmente con el cariño del espectador aunque sea a base de verla sufrir, elevando el nivel de la película las veces que ella parece en pantalla.
Independientemente de eso y sinceramente, dan ganas de emular a la inversa a Jeff Daniels en “La rosa púrpura del Cairo”, de entrar en la película y de ponerles las peras al cuarto. A uno por ser el típico ligón sin escrúpulos (aunque ciertamente, al final de la película se redime con un par de acciones que cumplen la doble función de ayudarle en sus objetivos y de hacer un poco de justicia de esa de barrio) y a laotra por ingenua y demasiado simple, renunciando a cualquier otro modo de ver la vida que no sea, en principio, el suyo.
Tampoco conviene olvidar que las escenas del amigo del protagonista son de lo mejor de la película y, sinceramente, la escena final de ambos protagonistas con los taxistas es, sencillamente, genial, con un tempo y un sentido de la comedia realmente exquisitos. Si las partes de comedia se hubieran escrito con el mismo sentido y sensibilidad, se hubiera transformado en una cinta muy recomendable en lugar dejar que la película use los momentos de comedia como relleno de las partes supuestamente románticas.
También es verdad que no todas las historias de amor puede ser, afortunadamente, como “Love Story”, pero, repito, las motivaciones de los personajes y su cambio de actitud no se pueden explicar alegremente recurriendo siempre al retoño de Venus. Cierto es que el amor afecta a cada uno de sus conejillos de indias de manera diferente, pero aparte de un par de escenas dialogadas en el que se explica (menos mal) el punto de vista de los personajes protagonistas, y de la típica escena de montaje acelerado en el que se nos resumen el proceso de enamoramiento que sufre, aparentemente, solo uno de los protagonistas, poco más hay que contar más acerca de la psicología del amor y de los personajes. Estohace perder la oportunidad de explicar el por que el protagonista masculino se lleva mejor con los niños que con los adultos, de por que decide arriesgarlo todo por amor y cuando se produjo ese cambio, volviéndose casi como quería la protagonista femenina y hablándonos, de paso, de la dictadura del amor. Sobre todo cuando en referencia al conejo sin orejas que da título a la película, el mismo protagonista dice que “al no ser perfecto, es especial”. Como toda respuesta, el director (a la sazón, protagonista y guionizador de la cinta) parece querer refugiarse en esa variedad de sentimientos enfrentados que produce, o es, el amor, según los casos.