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 Cuentos Sórdidos

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MensajeTema: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeMar Dic 16, 2008 3:19 pm

Como las fechas son las apropiadas, he decido colgar un fragmento de uno de los cuentos que componen el compedio "Cuentos Bastardos" un proyecto en el que voy trabajando ocasionalmente cuando tengo tiempo y ganas, que pretende parodiar diversos cuentos y mitos clásicos, adaptándolos a los tiemops modernos, ambientes sórdidos, humor negrisimo y algo de crítica social. En este caso, se trata de una visión de Papa Noel, pasado por el filtro de "1997 Rescate en Nueva York". No he colgado el cuento entero porque aun tengo que retocar los tres capítulos siguientes (uno de los cuales creo que reescribiré de nuevo al no convencerme el resultado) y porque no quiero saturaros con escritos, pero si me gustaría conocer vuestra opinión sincera al respecto, no sólo elogios, tanto lo que gusta como lo que no.

New Christmas Tale

Prólogo


Técnicamente, hacía 3 horas que era veinticinco de diciembre, navidad. Las últimas navidades, no habían sido especialmente buenas para Melfi. Habían pasado ya varios años, desde que Papa Noel, se había aficionado demasiado al alcohol y las drogas y desde aquel feo escándalo sexual con uno de sus renos, tapado mediante influencias, chucherías y dinero, el orondo tipo, no había vuelto a repartir regalos ni siquiera entre las familias de clase alta del primer mundo.

El asunto, no había tenido mayor importancia. Los familiares, se encargaron de llenar el hueco dejado por Santa y los enlaces sindicales de los elfos, estuvieron de acuerdo en bajar la producción de juguetes a niveles mínimos para su venta a bajo precio en bazares orientales, mientras dejaban que el gordo cabrón, se pudriera en su casa.

Todo le mundo estaba contento con el arreglo y la única preocupación de Melfi, como jefe de seguridad y delegada en sus esbirros, consistía en mantener apropiadamente servido el minibar de santa, y sobretodo, evitar que se ahogara sobre el charco de vómitos resecos, sobre el que invariablemente, solía amanecer cada mañana.

Pero la complacencia, les volvió descuidados. Melfi sostenía en su mano derecha, una postal navideña, a la que miraba como si de una serpiente venenosa se tratara. Esa carta, escrita sin duda por alguna estúpida niña, que aun no ha descubierto el recurso de la masturbación, pasó el filtro de sus subordinados y llegó hasta el gordo alcoholizado.

No es que pudiera culparse al pequeño Larry de lo sucedido. Hacía años, que Santa sólo se acercaba a las cartas que le enviaban los niños, cuando se le terminaba o estaba demasiado puesto como para encontrar el papel higiénico. ¿Qué fue lo que cambio en esta ocasión?. Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero por lo que parece, el gordo se llevó la postal al cagadero. En la opinión de Melfi, el gordo escogió esa postal para masturbarse con la caricatura de una rena sonriente atada a un trineo lleno de regalos. El que más y el que menos, se ha masturbado durante algún momento de su infancia con alguna revista de lencería femenina, pero el gordo y especialmente cuando va colocado, parece tener algún tipo de enfermiza fijación sexual con los cérvidos.

De todos modos, si Santa se hubiera limitado a satisfacer sus más bajos instintos con la foto, la cosa un hubiera ido a mayores, pero probablemente, andaría estreñido y todos sabemos como funciona eso. Seguramente, el gordo se encontró allí sentado con el miembro aun pegajoso y apretando con cara de oriental, mientras buscaba algo que leer… así que debió darle la vuelta a la postal y leyó la postal. No ponía nada en particular. La típica petición de paz, salud y una pierna ortopédica nueva para su hermanito. Nada que ver, con las típicas listas de juguetes, encabezadas por videoconsolas y bicicletas.

Esa petición sencilla y básica, o quizás un bajón de substancias, consiguió remover algo en el interior de Santa. El gordo se dio una ducha fría, se tomó dos cafés, vomitó, se dio otra ducha, se tomo dos birras para calmar su terrible resaca, se recortó la larga y enmarañada barba, llena de parásitos y costras de vomito reseco y no sin mucho esfuerzo, consiguió embutirse de nuevo en su antiguo traje, el verde que ya casi no le cabía.
La visión de Santa sobrio, vestido de verde y encaminándose hacia su viejo taller (que actualmente ejercía funciones de trastero/fumadero/picadero), debería haber sido más que suficiente, para hacer saltar las alarmas. Pero todo el mundo andaba demasiado ocupado preparando la campaña navideña, demasiado desidioso como para prestarle atención o demasiado colocado, como para preocuparse por ello.

Así que nadie le informó hasta que ya fue demasiado tarde y Melfi, no supo como reaccionar, cuando se encontró a Santa, ordenando con su atronadora voz, a un grupo de elfos, que envolvieran con papel de regalo, una montaña de miembros ortopédicos, herramientas de labranza y otros artefactos de similar pelaje.

- Santa – dijo Melfi -, esto tiene que terminar.

Los dos tipos se miraron a la cara. Melfi, había olvidado como eran los ojos de Santa cuando no estaba colocado. En ellos, vio con toda claridad, que el hombre se movía impulsado por esa fría determinación, que nace de la vergüenza y supo, que nada de lo que pudiera decirle, lograría detenerle.

- He despertado Melfi - respondió Santa -, he despertado y no me gusta lo que veo.

- Los tiempos cambian.

El orondo tipo de verde asintió con la cabeza.

- Sí Melfi, los tiempos cambian y no lo hacen para mejor.

Pero un elfo, no llega a jefe de seguridad y a controlar la mayor parte del pastel, sin tener un buen par de ases bajo la manga y los dos sabían muy bien cual era el punto débil del gordo.

- Me alegro de que hayas vuelto – mintió el elfo -, ¿Qué tal si lo celebramos?.

Melfi se sacó una bolsita de cocaína de un bolsillo con la mano derecha, mientras con esa habilidad que sólo llegan a adquirir los auténticos expertos, empezó a liar un turulo con un billete de cincuenta euros con dos dedos de la mano izquierda.

Los ojos de Santa se desviaron como atraídos por un imán. Sería tan fácil… podría volver a sentirse bien. No cambiaría las cosas, pero haría que no le importaran, después de todo, son otros tiempos y él sólo… pero la voz de Bambi, surgió de entre algún sórdido rincón de su mente, no estaba muy claro lo que decía, pero ese pensamiento le llevó a otro sobre los cuartos traseros de la joven ciervecilla y de allí a la postal con la que se había cascado su última… esto… a la postal de la niña, las piernas ortopédicas…. la mano de Santa apartó la tentación de un violentazo empujón.

- ¡ No! – gritó Santa -. Habéis olvidado por completo el espíritu de la navidad, pervirtiéndola en una mera fiesta consumista, solo para los ricachones del primer mundo.

- ¡Hablas como el Grinch! – gritó Melfi -, antes nos hartábamos de trabajar durante todo el año, para regalar el producto de nuestros sudores en una sola noche, para ti es fácil decirlo. ¡Tú sólo trabajabas durante una noche al año!.

- El Grinch – exclamó el orondo tipo con un deje de nostalgia en la voz -… al final, resultó tener razón.

Santa movió negativamente la cabeza, mientras daba la espalda a su jefe de seguridad y empezaba a cargar un viejo y oxidado trineo con paquetes que los elfos ya habían envuelto.

- No quería llegar a esto Nicolás – dijo el jefe de seguridad -, pero no volveremos a dejar que nos explotes. Esos tiempos no van a volver.

Melfi empuñó su pequeña pero letal pistola y encañonó a su orondo interlocutor. Pero Santa continuo con su tarea mientras decía.

- No puedes matarme, te recuerdo que todo está a mi nombre.

El elfo maldijo. El gordo tenía razón, les gustara o no, las fábricas laponas, los contratos de los elfos, los acuerdos comerciales y publicitarios… todo, absolutamente todo, estaba a su nombre. Eso era en parte lo genial del plan, tanto el gordo como los elfos, eran teóricamente inmortales y mientras el gordo vivía borracho y drogado, les servia como testaferro, pero si moría… una punzada de temor recorrió las entrañas de Melfi. Le costaba aceptar que no hubieran pensado en eso, después de todo, tal como lo estaba maltratando, el hígado del gordo, no aguantaría eternamente y legalmente, todo pasaría a manos de… ¿de quien?. ¿Cuál era su familiar más cercano?.

- Existe un testamento Melfi – dijo Santa mientras cargaba otro puñado de piernas ortopédicas envueltas con papel de regalo navideño -, y está lejos de tu alcance.

El elfo enrojeció más que el traje rojo que tan popular se hizo a partir de los años treinta.

- ¡Es un farol! – gritó Melfi mientras su dedo se tensaba en el gatillo -, ¡te conozco desde hace décadas !.

- Entonces aprieta el gatillo.

El elfo encañonó la ancha espalda del orondo personaje, mientras este enganchaba a los renos a su trineo. Durante unos segundos, acarició la posibilidad de dispararle en la rodilla, pero finalmente bajó el arma. Después de todo, eso no cambiaba nada. ¿Quería repartir unos cuantos regalos personalmente?, por él estupendo. Pero Santa era débil, los dos sabían, que recaería en menos de una semana y entonces, cuando estuviera apropiadamente borracho, drogado o ambos, Melfí le haría firmar un nuevo testamento, uno que anularía a cualquier otro existente.

Así, el elfo se quedó allí plantado mientras el trineo despegaba. También llamó para avisar a los controladores de vuelo de los países ricos por los que previsiblemente pasaría, luego activó el radar y fue entonces y sólo entonces, al ver como el gordo no seguía la ruta habitual, cuando recordó que la carta procedía del sudeste asiático… concretamente de Birmania.

- ¡ Mierda!.

El elfo recordó la última película de Rambo.

- ¡ Ostia puta!.

El radar mostró un par de misiles tierra aire, en vuelo de intercepción hacia el trineo.

- ¡No! – gritó el elfo totalmente desquiciado -, ¡joder no!.

Y así, a las tres de la madrugada del jueves veinticinco de diciembre, Melfi vio encenderse en el panel la temida señal, que le indicaba, que Santa había sido derribado.


I Rovaniemi, Tenemos un Problema
Melfi se lo tomó con relativa calma. Habían derribado al trineo, pero el dispositivo de rastreo subcutáneo del gordo, les indicaba que seguía en movimiento. Lo que indicaba que seguía vivo, probablemente en dirección a alguna puerca mazmorra donde le harían las mil y una, pero podían rescatarle. El elfo tomó el teléfono y llamó a su contacto en la Cia, pero el muy bastardo le dijo que aunque lo lamentaba, no podía organizar el rescate a esas horas y en esas fechas. Después de todo, en ese país no tenían intereses comerciales o energéticos, por lo que no disponían de agentes sobre el terreno, de haber sido Irak ya hubiera sido otro cantar pero en Birmania… así que el tipejo colgó después de asegurarle, que la Cia no permitiría que nada malo le ocurriera a alguien como Santa y que él personalmente, se encargaría de informar a la persona a cargo de esos temas y bla, bla, bla. Lo que siendo realista, significaba que no iban a mover un puto dedo hasta pasadas las fiestas, después de todo, hasta los más curtidos miembros de la Delta Force tienen familia y ya no hablemos de los pilotos y personal de apoyo.

El jefe de seguridad maldijo mientras arrojaba el móvil. Nadie iba a poder salvar a Santa para San Estevan y necesitaban al puto gordo para la firma de los contratos. El único capaz de hacer semejante curro en esas fechas, acababa de ser derribado con un trineo tirado por ocho gordos ciervos voladores, mientras intentaba repartir piernas ortopédicas, medicamentos y herramientas por todo el tercer mundo.

- ¡Un momento! – gritó a pesar de estar sólo en el centro de control -, si hay alguien.

Melfi sonrió. Habían hecho bien al mantenerle con vida. Aunque nunca había estado seguro del motivo, ahora se alegraba de su decisión. Así que volvió a coger el teléfono y llamó a Grog, el carcelero jefe, que se mostró conveniente mosqueado primero y aterrorizado después, cuando le anunció el motivo de su próxima visita. Quince minutos después, el jefe de seguridad acompañado por el carcelero jefe y dos des sus subordinados más novatos a los que les había tocado permanecer de guardia en noche buena, descendía por un sórdido ascensor, en dirección hacia las más oscuras, secretas y sórdidas mazmorras de su prisión ultrasecreta.

Los dos elfos de aspecto soñoliento y atemorizado que les escoltaban, temblaban ligeramente, al adentrarse en el oscuro pasillo, donde se encontraba la celda a la que muy pocos tenían autorización para acercarse. Grog rebuscó entre un juego de llaves de generosas dimensiones, hasta que dio con la que buscaba, pero antes de introducirla en la cerradura, dedicó una preocupada mirada a Melfi.

- ¿Estás seguro de esto?.

- ¡Abre la puta puerta coño! – le espetó el jefe de seguridad.

El jefe de carceleros obedeció, mientras sus dos subordinados, retrocedían un par de pasos. Melfí entro en la celda y vio los dos ojos verdosos del pálido y delgado ser, que se encontraba acostado en el catre.

- ¡ En pie! – gritó Melfi -, te marchas a Birmania ahora mismo.

El Grinch, se incorporó con lentitud de la cama, mientras preguntaba con su ronca voz.

- ¿Hay algún prostíbulo interesante por allí?.

- Probablemente – le respondió Melfí -, pero tú no vas a visitarlos. Han derribado a Santa y probablemente le tienen retenido en algun puerco campo de prisioneros, lleno de soldados borrachos, pederastas y endrogados ¿acaso no viste la última de Rambo?.

El reo, se sacudió los ojos para asegurarse de que estaba despierto realmente y no sufriendo algún tipo de sueño “Kafka-lynchiano”. Grog por su parte, le cerró un extraño collar de frío tacto metálico alrededor del cuello.

- Me temo que me quedé en la tercera – respondió el Grinch -, ¿y porque crees que voy a ayudarte a rescatar a ese gordo bastardo?.

El elfo rió maliciosamente, antes de responder:

- Por tres motivos.

- Oigámoslos.

- El primero – empezó Melfi mostrando uno de sus dedos, en un gesto que más que enumerar, parecía decir ¡que te den! -, porque es navidad, época de buena voluntad.

- Espero que el segundo sea mejor – fue la fría respuesta de el Grinch.

- El segundo – continuó el elfo levantando un segundo dedo -, porque te mueres por salir de esta oscura y fría celda.

- La oscuridad y el frío, también tienen su gracia.

- Y el tercero – continuó Melfi levantando un pequeño mando a distancia y mostrando una inquietante sonrisa en su feo rostro -, porque si no nos traes de vuelta vivo y de una pieza a ese gordo bastardo, antes de veinte horas, ese collar explotará volándote la puta cabeza.

Melfi accionó el mando y el Grinch vio como aparecieron unos inquietantes números rojos con un sonoro ¡ pip!, en una pequeña muñequera que Melfi le arrojó y que él agarro al vuelo.

- Cuando eso llegue a cero – prosiguió Melfi -, o si intentas quitártelo, explotará. ¿Es que no viste Battle Royal?.

El Grich se quedó silencioso durante un par de segundos antes de levantarse y agarrar a Melfi por la garganta, con unas manos que se le antojaron de hierro.

- ¡Quítame esa mierda o te rompo el cuello hijo de puta!.

Los dos jóvenes guardias, empuñaron las porras con escasa convicción. Pero Melfi, les detuvo con un gesto de la mano, a pesar de estar empezando a ponerse de un tono azulado rojizo.

- ¡Mátame y morirás! – sólo yo conozco el código - consiguió decir Melfi al borde de la asfixia.

El Grich soltó al elfo y recogía la muñequera, que se colocó en el antebrazo izquierda. Aunque quiso evitar mirar la pantalla, vio claramente los números : 19:57:13.

- ¡Necesitaré algunas cosas! – dijo el Grinch.

- Las tendrás – respondió el jefe de seguridad.

Los dos atemorizados elfos, vieron con incredulidad, como El Grinch, salía de la celda en dirección al ascensor, que les llevaría a todos ellos, de regreso hasta los pisos superiores.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 2:30 am

Bueno, no se si estaré haciendo bien en comentar aquí, lo hago por que no he visto ninguno "post para comentar" acerca de esta fantastica adaptacion, de no ser aquí me dais el aviso y cambio el post.

Personalmente, calvo, me gusta mucho la forma en que has relatado todo, por momentos é visionado las escenas que describes con una soltura genuina!... espero poder seguir leyendo, por que ahora estoy pendiente del viaje del Grinch y su peculiar forma de rescate.... jajjajajajajajaj

Un saludo Calvo
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 2:34 am

Muchas gracias por leerlo Ed, a priori no he colgado otro post para comentarlo, porque como es un proyecto muy provisional y creado "a salto de mata", no me importa que se cuelguen los comentarios por medio, ya que esto sería como un borrador.

Saludotes.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 2:39 am

Perfecto! ya me quedo con la conciencia tranquila de no haber metido la "gamba"....

Por cierto, para cuando el desenlace?

Saludos
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 2:47 am

Uf, ando muy liado. Ahora estoy acabando de montar una pequeña autoedición que debería poner en marcha en los próximos días y también ando liado con "El Despertar", digamos que es algo que me voy tomando con calma, quizás el lunes o el martes si tengo algo de tiempo libre, cuelgue algún capítulo más, pero no te podría dar una fecha concreta.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 2:48 am

Prefiero el despertar, cuestion de gustos. No quiero decir que este mal tu relato ni por asomo.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 3:06 am

Son dos estilos distintos y todo es cuestión de gustos. Aparte, este aun está dando sus primeros y tímidos pasitos.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 3:08 am

calvo escribió:
Son dos estilos distintos y todo es cuestión de gustos. Aparte, este aun está dando sus primeros y tímidos pasitos.


Yo personalemente no leí esta pero tengo que decir que "El camino de la cabra" puso el listón muy alto, incluso para ti.
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 3:13 am

Paperman escribió:
calvo escribió:
Son dos estilos distintos y todo es cuestión de gustos. Aparte, este aun está dando sus primeros y tímidos pasitos.


Yo personalemente no leí esta pero tengo que decir que "El camino de la cabra" puso el listón muy alto, incluso para ti.

No pasa nada, tengo una escalera. lol!
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitimeDom Dic 21, 2008 3:16 am

calvo escribió:
Paperman escribió:
calvo escribió:
Son dos estilos distintos y todo es cuestión de gustos. Aparte, este aun está dando sus primeros y tímidos pasitos.


Yo personalemente no leí esta pero tengo que decir que "El camino de la cabra" puso el listón muy alto, incluso para ti.

No pasa nada, tengo una escalera. lol!


Pues como mejores mucho mas a saber donde puedes terminar. Pero a ver que pasa flower
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MensajeTema: Re: Cuentos Sórdidos   Cuentos Sórdidos Icon_minitime

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