En un mundo desolado por la mano del hombre, un peregrino marcha por las desérticas tierras citando la palabra de Dios fusil en mano. Nunca ha sido un santo y pese a sus intentos nunca lo será. Aprovechando el éxito de Preacher, Dolmen nos trae esta divertida miniserie con el eficaz dibujo de Ezquerra, co creador del Juez Dredd.
Con un aspecto al más puro estilo de Mad Max, el mundo que nos presentan no se diferencia de los vistos mil veces en films catastrofistas de los años 70 y 80, la carencia de agua, alimentos y tierras cultivables han convertido al hombre en poco más que un simple animal sanguinario. Los humanos se mueven en caravanas buscando la supuesta tierra prometida donde los elementos básicos existen en abundancia y para llegar han de pasar por miles de peligros, incluidas las bandas de ladrones sanguinarios que jamás dejan rehenes. La única aportación atípica a este cómic es la presencia del peregrino, un personaje convencido de ser la mano y obra de Dios y que tiene una manera muy particular de ver las cosas.
En pleno asalto, el peregrino llega a tiempo de detener lo que sin duda sería una masacre y se integra en la caravana, su puntería infalible, su seriedad, su fe ciega en el Señor y sus decisiones rápidas y convincentes le llevan a ser el centro de la vida de esa pobre gente honrada que necesita algo en que creer para seguir adelante. Pero como sucede en los cómics de Ennis, nada es lo que parece y los autores nos ofrecen uno de los finales más sorprendentes e hilarantes de los últimos años. El peregrino paga por sus pecados de su etapa como militar a su manera y que pecados arrastra tras de si.
A pesar del supuesto trasfondo religioso que parece ofrecer esta obra, en realidad nos encontramos con una muestra de lo peor de la naturaleza humana, incluida la mala influencia que la religión puede tener en una persona si la lleva a un extremo y peor aún si la lleva a SU extremo.
Gart Ennis (Preacher, El soldado desconocido, Punisher...) nos muestra una vez más que es un maestro del humor negro y las situaciones violentas. A pesar de no llegar al nivel que nos ofreció en Preacher, sí nos ofrece un buen rato de diversión, aunque sea a costa de perder tu propio alma por reírte de la desgracia ajena.
Carlos Ezquerra (Juez Dredd, Preacher...), un español que desgraciadamente es casi desconocido en su país de origen, se encarga de dar forma a la historia. Su dibujo puede parecer poco atractivo a primera vista pero termina enganchando. Las situaciones las lleva a la perfección con una narrativa magistral y acompaña al estilo de la historia adaptándose a ella como un guante. Algunas escenas (como la de la ballena) te ponen la carne de gallina.
La segunda entrega de Sólo un peregrino, El jardín del Edén, mantuvo equipo y estilo, cuando nos cuenta lo que pasa cuando el peregrino se une a los supervivientes en ese lugar paradisíaco. Un final impecable aunque más flojo que el anterior.